Abstract:
El sol es una fuente natural de vida e indispensable en nuestro planeta, pero la exposición excesiva y sin control es una severa y permanente agresión para nuestra piel.
Hace algunas décadas estar bronceado era signo de buena salud y en los últimos años, en los que tomar el sol se ha convertido en moda e impera la cultura de la imagen, se ha incrementado la demanda de tratamientos contra el envejecimiento de la piel aún más evidente en personas jóvenes.
El fotoenvejecimiento es el resultado del daño solar acumulativo crónico que ocurre con los años. Cuando la radiación ultravioleta llega a la piel, parte de la radiación es dispersada y reflejada en el estrato córneo y la otra parte es transmitida. Por este motivo la radiación UVA y UVB contribuyen al proceso de fotoenvejecimiento a medida que la edad avanza y que disminuyen las funciones protectoras de la piel, haciéndola más vulnerable. (Fontboté, 2008, p.136).
Por lo tanto una de las opciones que tenemos para el cuidado y mejoramiento de nuestra piel son los tratamientos faciales. Las modernas formulas cosméticas hacen revertir la problemática de la piel, prolongando la vida de la células, mejorando su energía y proporcionando los nutrientes, vitaminas y minerales que la piel pierde a cada instante.
Dentro de los tratamientos innovadores encontramos la utilización de células madre vegetales. Durante los últimos años la investigación con células madre, ha suscitado un enorme interés. Esto se debe a sus aplicaciones potenciales en medicina, y también a los problemas éticos que plantea su uso. Por lo tanto la identificación de células madre en plantas ha introducido un nuevo ámbito de estudio.